lunes, 1 de junio de 2015

Reflexiones del exilio I

En un momento inspirador puede salir todo.
De repente estás viendo amanecer después de haber estado toda la noche viendo películas, miras por la ventana y el cielo ya está azul.

En ese momento de intimidad con lo que sea que haya fuera de tu ventana, piensas.

Piensas qué haces ahí en ese momento.
Por qué te han dado las cinco de la mañana viendo una película tras otra, cuando quizás podrías haber dormido y aprovechado el día. 
¿Por qué he llorado con la actuación de cuatro tipos, en una situación que sé perfectamente que no es real?
Esa es la primera pregunta. Luego vas más allá.

Resulta que esa ventana en concreto está a varios kilómetros de tu casa, de tu hogar. Llevas ahí un par de meses y sabes que en poco tiempo volverás.
Y ayer has ido a visitar una ciudad un poco lejos de donde resides actualmente, y después de pasar todo el día fuera por fin llegas a tu estación de tren, sales por la puerta, miras a un lado y al otro y piensas "ya estoy en casa".

También se da la casualidad de que hace pocos días se te ha presentado la oportunidad de quedarte. Por el momento no es nada definitivo, pero es una puerta abierta y ya te empiezas a plantear cosas.

Veréis, supongo que como la mayoría de vosotros, estoy muy apegada a mi ciudad/región natal. Y a mi familia y amigos, por supuesto. Cuando te llega una oportunidad de este tipo tu corazón se parte en dos. Por un lado tú, tu futuro y una vida independiente lejos de todo, y por otro tus amigos con los que tanto has vivido, tu rutina, tu casa, tu familia. En un segundo todas las opciones pasan por tu cabeza.

Llegados a este punto es muy difícil tomar una decisión.
Pero cuando se trata de mí, mucho antes de que yo misma lo sepa, esa decisión ya está tomada.

Supongo que siempre me han gustado las novelas de aventuras, y siempre he querido ser protagonista de una: de la mía.



Los sueños no se cazan, los sueños se persiguen. Somos ese burro con una zanahoria colgando delante de nuestras narices para forzarnos a caminar. Puede que nunca alcancemos nuestros sueños, pero si no los perseguimos, no avanzamos.


Mi persecución empieza al sur de Inglaterra.
Muy buen comienzo para una novela de aventuras.



S.


martes, 3 de marzo de 2015

El paso de las horas

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Todos los coches iban a un ritmo frenético. 
La carretera era gris, que es el color de las vidas neutras.
Allí estaba él, a pie de autopista, deseando que lo gris fuese verde
Y que los árboles conquistasen a los conductores
De vidas grises.
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Las historias empiezan con el color de las hojas en otoño, y terminan con una sacudida de una ola de mar.
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El tiempo en tu sonrisa. 


Chubascos en tu corazón por culpa de una nube en mi cabeza, que debido a las bajas presiones avanzó hacia el interior y causó estragos. 
No se espera otra cosa de los sentimientos torrenciales.


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Vivimos en una realidad falsa 
En un matrix constante 
Amparado por nuestras mentes.

Sólo podremos salir cuando nuestra mente sometida se apague 
Y se muera. 
Y veremos la realidad en todo su esplendor.
Y seremos felices. 
O quizás no.
Pero descansaremos.
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La imaginación no vuela.
La imaginación salta hasta la estratosfera, y luego da la vuelta.
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No sé muy bien
Por qué las cosas pequeñas
Producen en nosotros 
Cierta tranquilidad.

Un abrazo. 
Un beso.
Un gesto de amistad.

Quizás pueda ser 
Porque nosotros mismos
Somos miles de trocitos
Pegados al infinito
En eterna soledad.
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Corren los caballos.
Una nube de polvo.
Pisadas en el suelo. 
Tierra levantada.

El instinto ancestral. 
Sabiduría precisa. 
Huyen de él,
De un hombre que camina.
Camina con seguridad. 
Cada paso es un avance.

El instinto nunca falla.
Saben que en algún momento, 
Llegará.
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Volví años después. 
Tan sólo necesité un momento para darme cuenta de que todo había cambiado. 
Los locales de las calles tenían nuevos negocios, las calles en sí estaban más renovadas y todo era diferente. 
Los rincones donde pasaba las tardes ya estaban ocupados por otros y nadie me reconocía. 

Aunque claro, me olvido de lo más importante: Lo que más había cambiado en ese tiempo era yo.
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Se busca chico. 



Que sea esclavo de las olas y ladrón de madrugadas. 
Que suspire al mundo como el primer día, y que empiece a leer el periódico por la última página. 
Y lo más importante: El arco iris en su mirada. 

Interesados acudir a la segunda estrella a la derecha, y picar tres veces en la puerta del reloj que marca la hora del té.

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lunes, 16 de febrero de 2015

Tanda de pequeños matices de palabras (y algún microrrelato)

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Se conocieron en el momento en el que caía un copo de nieve.

Se perdieron el día en el que se derritió.
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La desesperación rozaba su punto álgido cuando intentó coger la chaqueta que se había puesto aquel día. 
Sus brazos no funcionaban, sus dedos no se movían. 
Sólo era un reflejo de lo que un día había sido.

Cada momento que pasaba se avergonzaba más del fantasma que era.
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Era un día muy frío.
Los niños jugaban con la nieve.
Entre las montañas, un paisaje blanco.

El avión irrumpió por la cordillera.

Después del estruendo, los niños ya no jugaban. 
No hacía frío.
El paisaje blanco estaba plagado de cuerpos.
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Noche cerrada. 
Se oye el rumor de una fuente.
Tres siluetas caminan al compás.
Una vela en la mano derecha.
Un libro en la izquierda.

Se reúnen bajo un árbol. 
Nada de rituales extraños.

Sólo leen a escondidas.
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El amor a primera vista es
Tener el alma a los pies en un segundo
Y que suba corriendo a las mejillas 
Para después bajar al corazón y no moverse.
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Quieres creer que todo es una mentira, pero la realidad te azota sin perdón.

A eso lo llaman despertar.
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El amor siempre es mejor
Cuando viene de la nada 
A quedarse del todo.
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Fácilmente se va una sonrisa en un segundo
Cuando las palabras aparecen de repente
Y cuentan demasiadas verdades.
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S.


lunes, 2 de febrero de 2015

Tanda de microrrelatos

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Pasean sin mirarse, con la cabeza gacha.
Tienen vidas grises, al igual que la luz que proyectan las calles.
Todos siguen su camino sin percatarse de las pequeñas maravillas que hay a su alrededor.

En el hueco entre dos adoquines se asoma tímida, pero rebelde a la vez, una pequeña margarita.

Caen las gotas en el suelo en un día que termina de color ocre.

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Emitió el sonido más poderoso que podría salir de la boca de un ser humano.
¿Gritó?
No. Rió.
Rió tan alto que hasta las hojas de los árboles rieron con ella.

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Repasó su rostro meticulosamente.
Se enamoró de sus ojos, dulcemente cerrados.

Tuvo el impulso de acariciar la nariz de perfecta curvatura. 
Pasó un dedo por sus labios, finos y suaves.
Bajó suavemente hasta la barbilla y siguió avanzando por su cuello en una caricia constante.


Con un suspiro, se resignó y introdujo el bisturí a la altura del esternón. 

El Dr. Sanz cada vez se implicaba más en las autopsias.

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Dedicado a mi amiga Desiree:

Entro en su habitación, y veo su silueta gracias a la iluminación de la pantalla de su ordenador portátil. Tiene el pelo corto, oscuro y lleva unos auriculares grandes puestos. Seguramente esté viendo una serie de anime.

No sabe que nadie la mira, porque está en su mundo.

No sabe que desde fuera, alguien la ve hermosa.

No sabe que la hermosura está en lo cotidiano.

Siente un escalofrío que le sube por la espalda, y que atribuye a una corriente de aire.

No sabe que una mirada es electricidad pura.

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jueves, 11 de diciembre de 2014

Historia con personalidad

Tarde, como siempre, pero a tiempo para lo que importa.

Empecemos.

¡Hola, Diciembre! He estado un tiempo sin escribir. Sí, me dirijo a un mes. Para mí, Diciembre es un mes con personalidad. Y que nadie se confunda, que la personalidad de Diciembre no tiene nada que ver con las navidades ni con luces que te provocan ataques epilépticos cuando caminas por la calle, cuidado.
Diciembre tiene personalidad porque es el último mes del año.
A los humanos nos encantan los ciclos, y como tal nos emocionamos como niños cuando prevemos que termina un año y comienza el siguiente. Queremos terminar nuestros propósitos para el año, y los cuales desde hace once meses ya ni recordamos. Pero no pasa nada, ya pensaremos unos nuevos para dentro de dos semanas, que no cunda el pánico.
Como iba diciendo, Diciembre y su personalidad. Ajá. Pues eso. Que quiero empezar Diciembre con una historia con mucha personalidad. Y la historia tiene nombre y apellidos.

Conocí a Lázaro hará como un par de años, y sólo de vista. Para por las cafeterías de la zona, y desde el primer momento siempre le vi como una persona normal, del barrio, educada y todas esas cosas que decimos cuando nos preguntan por la tele. Mi padre me había contado su historia por encima hacía poco, lo que me hizo fijarme más en él cada vez que me lo encontraba.
Hará un par de semanas vi esta noticia en el periódico : http://www.elcomercio.es/festival-cine-gijon/noticias/201412/01/lazaro-blanco-libera-pantalla-20141201124915.html
Resulta que Lázaro había ganado el premio del Festival de Cine de Gijón al mejor documental, compitiendo con otros 39. Un documental sobre un viaje, contando su vida. Vida que pasó en su mayoría en la cárcel, 32 años concretamente, acumulando condenas y juicios por nimiedades. Y sin cometer ningún delito de sangre.

Después de leer la noticia le vi esta semana, y cómo no mientras se tomaba una infusión me acerqué a felicitarle. No resultó muy extraño porque ya nos conocíamos de vista. Se sorprendió y me lo agradeció mucho, tanto que estuvimos hablando un buen rato sobre las idas y venidas de la vida.
Me contó por qué entró en la cárcel, y algunos de los líos en los que estuvo metido.
Me habló de que su único medio para reivindicar sus derechos y ser oído en esas cuarto paredes infernales era autolesionarse. Y que le reconfortaba.
Me habló del olor que allí se acumula, que es característico y que ya hace que pongas tus sentidos alerta.
Me habló de las pequeñas torturas cotidianas a las que le sometían cuando le mandaban a un aislamiento, y la más común era hacerle elegir entre meter los libros o el tabaco (y que él siempre elegía los libros).

Y lo que a mí me marcó más, lo que más valora una vez fuera y lo cual te hace pensar que no aprecias lo suficiente ciertas cosas: La capacidad de decisión.

"Allí tenías que pedir permiso a los guardias para todo: Para sentarte, para levantarte, para coger algo del suelo. Parece una tontería, pero el mero hecho de caminar por la calle, ir aquí o allí, sin tener que pedir permiso para todo cada vez que das un paso... Para mí cada día, cada momento es un regalo. Soy un enamorado de la vida desde que salí"

Con estas palabras sólo puedes atisbar desde lejos el valor que tiene poder decidir a dónde vas, porque para verlo realmente necesitas que te priven de ello. Y entender lo mejor posible que nuestra vida nunca va a ser una mierda, porque tenemos mucho más de lo que pensamos.




S.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hasta luego, Lucas.

Hace ya dos semanas que intento escribir algo. Me he dado unos días pero me doy cuenta de que hay muchas palabras a las que les duele salir, así que continuaré con lo que tengo.

Te conocí cuando hacía una semana que había cumplido los 16 años, en un momento personal muy tambaleante. Ya por aquel entonces fuiste una inspiración, una cuerda a la que me agarré para salir de mi pozo particular.
Me enseñaste, a mí y a los que tuvieron la suerte de ser tus alumnos unos días, que la risa es el bien más preciado del ser humano. Y que nos iba a costar encontrarla. "Hacer drama es muy fácil, pero si queréis hacer comedia vais a tener que trabajar el doble. Si hay algún vago en la sala, ya se puede ir yendo", dijiste. Los retos son lo mío, y después de ese día empecé a sentir curiosidad. Nos ayudaste a reírnos de nosotros mismos. "El público disfruta viendo sufrir al actor en el escenario, en eso se basa la comedia. Y para que el público se ría de vosotros, lo primero que tenéis que aprender es que hay que saber reírse de uno mismo para hacer reír a los demás." 
Gracias a esos pequeños ejercicios de ridículo personal empecé a tener confianza en mí misma, y es algo que nunca me cansaré de agradecerte.

Años después de este primer encuentro, en 2009, asistí a mi primer curso enteramente contigo en Avilés.
"Chicos, aquí vais a tener que traer deberes hechos cada día. Antes de salir de casa todos los días a partir de hoy, tenéis que pintaros la nariz, y no vale pintarse algo que parezca accidental como un punto o una raya. Hay que hacer un dibujo, algo que se vea, algo mínimamente elaborado. En el camino de vuestra casa aquí, fijaos en la gente que pasa por la calle o que os encontráis en el autobús. Si os miran, si se ríen, si os preguntan algo. Es importante que si alguna persona os dice cualquier cosa actuéis con normalidad, como si no llevaseis nada. Lo que tenéis que hacer es, una vez que nos veamos y nada más llegar, contarme con todo detalle las reacciones de la gente."
El primer día y con cierto recelo yo me pinté una mariposa. Recuerdo que todo el mundo por la calle me miraba, unos con extrañeza, otros con curiosidad. Pero sin duda lo que más recuerdo es la sonrisa de diez o doce personas dentro de los cientos que me cruzaría en todas partes esos días.
"Pensad en lo que habéis experimentado. ¿A que es reconfortante ver una media sonrisa en esa señora que pasaba por la calle? ¿O en ese niño que tímidamente reía y se escondía detrás del brazo de su madre? Eso es ser clown. Alegrar el día de las personas. Que tengan ganas de llorar, pero que por un momento se olviden de lo que les producía tristeza. Haced reír a la gente como auténticos professionals."


Esto son sólo extractos de las muchas cosas que aprendí de ti, después de todo siete años dan para muchas cosas.
Gracias por descubrirme que lo mejor de este mundo es arrancar una sonrisa. Gracias a ti (o por tu culpa) siempre seré una payasa orgullosa que disfruta al máximo haciendo reír, llevando felicidad en pequeños saquitos. Es cierto que hacer comedia es el doble de difícil, pero es el triple de reconfortante. Nunca te agradeceré lo suficiente que me mostrases ese mundo de locos del que me declaro abiertamente adicta.

Nunca fuiste mi profesor, siempre fuiste mi maestro.
Se ha ido un poco de la alegría de este mundo.



Gracias Mario por encontrar a Lucas.


jueves, 2 de octubre de 2014

Octubre de Resurrección

Sigo fielmente la doctrina de la canción "Wake me up when September Ends", de Green Day.
Septiembre es un mes de transición entre el caluroso (o acalorado) verano que huele a felicidad y el Otoño de renovación. 

Llegó el momento de las hojas caídas, de los bosques de los sentidos. De leer un libro con guantes en un parque, de dar pasos mullidos.
Del verde al naranja, marrón y amarillo.
De dejar que caiga al suelo todo aquello que no vale para nada.
De ver el cielo entre las ramas.
De sonreír para adentro todas las mañanas.