domingo, 27 de abril de 2014

Estas cosas que tiene la vida.

La vida, amigos y amigas, nos enseña muchas cosas. Algunas de ellas son obvias, del tipo de si tienes el culo del tamaño de un obús y una celulitis sin remedio por dios ni se te ocurra ponerte leggings. Otras, por desgracia, se aprenden con el tiempo y después de haber pasado por cosas poco agradables. De estas últimas me gustaría hablar hoy.

De la vida he aprendido mucho a pesar de mis tan sólo 22 veranos.
He aprendido a valorar todas y cada una de las veces que alguien me ofrece ayuda. Parece algo que todo ser humano debería hacer, pero todos sabemos que las personas que lo hacen son escasas y no nos engañemos, estar ahí en los momentos en los que le haces falta al prójimo no es fácil. Dicho esto, en estos últimos meses he intentado preocuparme más por la gente que se lo merece y creo que he cumplido en la medida de lo posible.

He aprendido a disfrutar de cada instante, a dejarme empapar por las sensaciones y los sentimientos sean los que sean, porque aunque estés pasando por un mal momento nunca sabes si en el futuro el recuerdo de lo que pasó va a ser tan negativo como tú lo estás viendo en el presente. En serio, hace poco me sorprendí para bien con esto que os estoy contando y tuve un momento de extraña felicidad que me vino muy bien.

A veces nuestra mente elige con cuidado los recuerdos y los transforma de tal manera que, por ejemplo, un mal día hace años en el que tuviste un examen muy jodido para el que habías estudiado mucho lo recuerdas con cariño porque ese mismo día un par de horas más tarde viste a una persona a la que hace años que no veías, y no te das cuenta realmente hasta años después cuando apenas recuerdas ese puñetero examen y sin embargo recuerdas esa conversación con esa persona con mucho cariño. No sé si me he explicado bien, no fue exactamente lo que me pasó pero es para que os hagáis una idea.

Y por último, que no me apetece extenderme mucho (lo sé, quién lo diría) he aprendido de la vida hasta el momento que lo más importante es vivirla.
Viaja cuando tengas la oportunidad, aunque sólo sea con una mochila a cuestas. Aprovecha esos momentos con tus amigos más íntimos, porque nunca sabes qué os deparará la vida a cada uno de vosotros. No dejes que ningún imbécil te joda el día, que en 24 horas puedes hacer cosas alucinantes. Vive todos los amores de verano que puedas. Piérdete un fin de semana por tu pueblo y deja el puto smartphone en casa. Vete a ver a tus abuelos más a menudo. Deambula por las calles de tu ciudad sin rumbo. Lee libros en el parque. Lleva a tus hermanos/sobrinos/primos al circo. Ríete de ti mismo. Quédate en la bañera hasta que se te arruguen todos los dedos de las manos y los pies.

Todo esto puede sonar muy romántico, muy típico. Pero creedme, es lo más valioso que la vida me ha enseñado hasta el momento.

VIVE, Y QUE LE DEN AL MUNDO.



S.